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martes, febrero 14, 2006

El Sol se pone en el horizonte escio


Morrow falleció a los 37 años de edad, el 19 de agosto de 2023, a poco más de un kilómetro de su casa en Jhira, su aldea materna. Su cuerpo fue encontrado en el bosque de Furdius, a la orilla de uno de los incontables caminos que recorren las numerosas fincas vecinales. Cuando Aura lo vió tendido supo al instante lo que había sucedido. Según pudo explicar posteriormente, “parecía un niño desvalido”, pero conservaba el “contorno de un héroe”. Al parecer, cuando Aura se acercó al cuerpo de su marido, éste todavía respiraba y le latía el corazón. “El ritmo de su corazón transmitía una vitalidad como nunca había sentido antes. Puse mi mano sobre su pecho y pude sentir toda su fuerza, pero no respondía. Llamé por él desesperadamente, llorando como una niña, pero su mente estaba ausente. No obstante, él me sentía a su lado y eso me consoló”. Entonces Aura tomaría una decisión bastante sosegada para el momento: no avisó a nadie. Quería dedicar las horas que restaban de día para compartirlas con su esposo. Sin embargo no pudo contener la noticia por mucho tiempo. Sus vecinos enseguida se preocuparon por ella y por Morrow. La noticia sentó como un mazazo. Aura fue la encargada de transmitirla y filtrarla. Esa noche ningún ciudadano pudo dormir. Sólo en Moorland salieron a la calle 6 millones de personas (de un total de 15) con velas en las manos. A la mañana siguiente, ya se habían solicitado un millón de billetes de avión y, un día después, la cifra se multiplicaba por cuatro. El entierro tendría lugar en Magne Hikone, la ciudad de los templos, y se preveía la asistencia de unos cuatro millones de personas. Acudieron 6 millones de personas que se concentraron en un espacio de 15 quilómetros cuadrados. Diez mil jinetes venidos de todo el mundo escoltarían el féretro del delegado de la Escofdote hasta el Rolling Thunder, el templo central de Magne Hikone, no sin antes pasar por la Vía del Aura, una avenida de dos kilómetros de largo, alrededor de la que se podían concentrar 200.000 personas. Se estima que el féretro de Morrow fue visto en las calles de Magne Hikone por cuatro millones de personas antes de ser incinerado y, al menos 50.000 personas lograron tocarlo en su recorrido hacia el Rolling Thunder. Un hombre, después de que hubiera pasado por su lado el féretro de Morrow, gritó a la multitud: “¿Lo veis? ¡Ahí va! ¡Muerto, pero siempre elegante!”. Una de las mujeres que se encontraban próximas a él empezó a llorar. Y yo no comprendía por qué.

John Bectisher Engelgrove, The night is loud (2065)